Thursday, May 17, 2007

Algo debió haber salido mal…



Miras a tu alrededor. Algo debió haber salido mal puesto que a tu izquierda está un borrachín patético que apenas puede mantenerse en pie y a tu derecha hay una persona con la cara de hombre más horrible que hayas visto y un cuerpo todavía más feo de mujer. El jotillo en cuestión te cierra el ojo y te manda un beso… volteas la cabeza para no verlo. Te preguntas si lo asignarán a la sección de hombres o a la sección de mujeres… en una de esas y hasta te toca de compañer@ de celda.

Por primera vez te arrepientes… piensas en las 3 ó 4 oportunidades que tuviste para zafarte de esta situación y en la forma en la que decidiste llevarla hasta el final. Te sentiste víctima de una injusticia y optaste por seguir el camino correcto: nada de aceptar culpas que no son tuyas… nada de dar mordidas… “deje de amenazarme y arrésteme” le dijiste al oficial de la honorable policía regia. Te subieron a una camioneta junto con un pobre chamaco que hablaba con dificultad español, con un claro acento portugués. “Soy un estudiante de intercambio” repetía. El policía trataba de asustarlo diciendo: yur un big trabol; yur goin tu yail. Trataste de permanecer serio pero se te escaparon varias sonrisas… el ilustradísimo oficial repetía su frase orgullosamente, pensando que todos los güeros con acento extranjero a huevo son gringos… lo mejor fue que el presunto brasileño aparente no hablaba inglés y no le entendía ni madres… hasta ese momento te estabas divirtiendo mucho.

No obstante, la situación había llegado demasiado lejos y ya no era tan divertida. Después del joto, llegó tu turno en la ventanilla. Tus pertenecías a un sobre: tu cartera con 3 billetes de veinte y 400 pesos en vales de gasolina, reloj, nextel, unos trident, unos kleenex, las llaves de tu coche, papelitos mordidos y unas cuantas cáscaras de pistaches… tu agujetas y cinturón también van al sobre. Te tranquilizas un poco al leer una placa con los derechos del preso:

Recibir un trato digno en todo momento
Tener una audiencia con el juez calificador
Conocer la causa y el resultado del dictamen
Ser alimentado
Recibir visitas
Hacer una llamada telefónica
Llegas con un oficial que te pide te quites toda la ropa. Te quedas parado como esperando a confirmar que hayas escuchado bien. Te pide nuevamente que la quites... definitivamente la situación ya no es nada divertida. El poli se limita a revisar cuidadosamente tu ropa y te pide que te la vuelvas a poner.

En fin, tarde o temprano llegarás con una persona con la que se pueda establecer un diálogo razonable. Habías asumido como nunca tu papel de juppie y te habías negado a hablar más de lo estrictamente indispensable con los meseros del antro, los policías y los demás empleados… habías decidido esperar al juez para exponer tus argumentos. Y no es que confíes plenamente en la impartición de justicia en este país… más bien confías en tu sagacidad y en tus cuidadosamente desarrolladas habilidades de argumentación y debate.

Te pasan con un doctor con apariencia de Cumbia King, quien te pide que camines siguiendo una línea recta y que mantengas el equilibrio con los ojos cerrados y los brazos extendidos. A pesar de la borrachera que traías hace un rato, pasas exitosamente las pruebas. Al fin llegas con el juez calificador. No es precisamente un abogado de Boston Legal pero es la única persona del lugar que aparenta saber leer. Ahora sí… sueltas tu discurso casi de memoria y el juez te deja hablar y cuando menos aparenta poner mucha atención a tu historia. Al final se muestra amable y hasta empático; te dice que comprende tu situación pero que la única forma de salir es pagando una fianza o cumpliendo con un arresto. Le preguntas amablemente cómo es que si está de acuerdo con tus argumentos, no puede dejarte ir. Te repite que sólo hay dos caminos: arresto o fianza. Te aguantas las ganas de decirle: “entonces no eres un juez… eres un pinche cobra-fianzas”. El lugar de eso le dices que optas por pagar la fianza pero que no traes efectivo y necesitas recuperar tu cartera y tener acceso a un cajero. Te suelta un viejo cliché: “eso usualmente no se permite pero usted me cae bien y le voy a echar la mano”. Te dice que en 15 minutos el comandante ***** te llevará por tu cartera y al cajero y que por lo pronto, acompañes al oficial *****. Alcanzas a ver de reojo al comandante antes del que el oficial te sujete del brazo y te conduzca a una maloliente celda. Estás un poco destanteado, el juez dijo que tendrías que esperar 15 minutos pero no dijo que tendrías que esperar en una celda.

En fin… decides esperar pacientemente. Diez minutos, veinte minutos, media hora, cuarenta minutos. Un oficial se acerca a la celda y le explicas la situación. El policía responde amablemente que en unos 15 minutos va bajar al área de dictámenes y que con gusto puede recordarle al juez tu caso. Le agradeces el favor. Diez minutos, veinte minutos, media hora… el policía no vuelve a aparecer. Se acerca otro policía y repites la estrategia. “Uy joven… pues va a estar medio difícil porque a las 6 de la mañana fue cambio de turno y ese juez ya se fue a su casa… pero si quiere, en unos 15 minutos le comento al juez de la mañana y a ver que dice”. Agradeces nuevamente el favor pero eso de los 15 minutos ya te tiene hasta la madre.

Te sientas y evalúas la situación. Si hubo cambio de turno es muy probable que ya te la hayas pelado. Tendrás que hacer uso de tu llamada telefónica y buscar alguien que vaya a pagar tu fianza. Decides esperar un poco más. Diez minutos, veinte minutos. Se acerca un policía y le pides hacer uso del teléfono. Te dice que no se permiten hacer llamadas sino hasta la 7 de la mañana. Volteas al reloj que está en la pared… 6:45… puta madre… faltan 15 minutos. A las 7 en punto de la mañana acuden varios policías a tu celda a pasar lista. Aprovechas para pedir tu llamada y te dicen que seas paciente, que sí te van a dejar hablar. Diez minutos, veinte minutos, media hora, cuarenta minutos. Por fin, se acerca un nuevo policía… le pides el teléfono y te dice que no se pueden hacer llamadas hasta las 8. No volteas a ver al reloj pero sabes que a huevo son las 7:45.

Te sientas y evalúas la cada vez más patética situación. Tus admiradas habilidades de argumentación y debate no te habían librado de la situación… ni siquiera habían logrado que se respetaran los derechos de la pinche placa! No conocías el resultado del dictamen y hasta el momento no te habían dejado hacer tu llamada… Diez minutos, veinte minutos, media hora… por fin se acerca un policía y te dice que puedes hacer tu llamada; no celulares ni largas distancias. Marcas el teléfono del único amigo que sabes de memoria su teléfono … no contesta… pinche pollo... seguro está dormido. Te regresan a tu celda. Preguntas en cuánto tiempo puedes volver a intentarlo… “en unos 15 minutos”. Apoyas patéticamente la frente en los barrotes… empiezas a cabecear… recuerdas que el día anterior te levantaste a las 4 de la mañana a preparar el material para una reunión y sacas la cuenta de que llevas casi 30 horas sin dormir.

Diez minutos, veinte minutos. Llega un nuevo compañero de celda. Viene hasta la madre y bastante prendido. Grita sin cesar que el policía que lo apañó va a amanecer muerto. Te dice que él es amigo de un chingo de narcos y que va mandar a los mismísimos Zetas a quebrarse al tira. Te lanza una mirada rara y te dice que el policía culero que lo agarró era “un pinche güerito igual que tú”. Sonríes y le dices que a huevo… que mande a sus cuates a chingarse al policía por culero. Hasta el momento, te habías movido entre la desesperación y el coraje pero por primera vez entras en el terreno del miedo.

Diez minutos, veinte minutos. Afortunadamente el amigo de los Zetas se queda jetón y ya no tienes que platicar con él. Empiezas a pensar que igual y te vas a tener que aventar las 24 horas de arresto (serán 24?). No te quieres dormir… sería como resignarte a soplarte todo el arresto. Además hace un frío del carajo. Notas que varios de tus compañeros tienen cobijas y piensas que puedes pedir una… tu lado más mamón y juppie te lo impide… no me jodan, pinches cobijas apestosas… en mi casa me tapo con edredones Náutica...

Cuando todo parece perdido, ves que pasar al comandante *****!!! Te paras y le pides que te ayude, que necesitas recuperar tu cartera e ir a un cajero. Te pide una disculpa… te dice que se olvidó por completo que quedó de echarte la mano pero que ahora mismo te va a llevar a pagar tu fianza. Te saca de la celda y te lleva al cuarto donde guardan los sobres con las pertenencias. Revisa la hoja con tu lista de pertenencias. Te dice que está cabrón que te dejen salir al cajero pero que puedes dejar los vales de gasolina en el sobre al recoger tus cosas. Te está pidiendo una mordida el cabrón. Por un segundo, recuerdas los principios e ideales que te arrastraron a esa situación. Piensas en decirle que ni madres… que quieres pagar tu fianza como se debe y que exiges un recibo oficial. Te imaginas al güey diciéndote que con mucho gusto te lleva el recibo dentro de 15 minutos a tu celda. Ni modo, las 4 horas de arresto han conseguido ablandarte… sacas tus pertenencias del sobre, dejas los vales de gasolina, los pistaches de propina y te largas de ahí.

Sales a la calle con tus agujetas y tu cinturón en la mano. Agarras un taxi y te vas a tu casa. Estás tan cansado que ni siquiera tienes energía para planear tu venganza. Seguramente el episodio quedará simplemente archivado en el anecdotario. De ningún modo piensas que la experiencia vaya a cambiar tu vida o algo por el estilo. No obstante, camino a tu casa te sientes la persona más feliz y libre del mundo.

Friday, December 01, 2006

Cuesta Arriba


Seguramente el Presidente respiró aliviado. Entraba a un ambiente completamente controlado, después de haber pasado por un Congreso en el que a duras penas logró controlar, por sólo cuatro minutos, el metro cuadrado donde se paró a rendir protesta.

El flamante Presidente repartió saludos y abrazos, entre una audiencia cuidadosamente seleccionada, que aparentaba amalgamar los distintos sectores de la sociedad mexicana, pero que en realidad sólo representaba al sector más calderonista del país.

Aún en este ambiente controlado, las reacciones de la misma audiencia delataron la realidad más allá del Auditorio Nacional: la de un Presidente que inicia su gestión con un panorama cuesta arriba, por decir lo menos. La primer y más fuerte ovación que arrancó el Presidente con su discurso, fue precisamente al mencionar la toma de protesta ante el Congreso… lo que debió haber sido un mero trámite tras haber ganado la elección, se convirtió en una tarea cuesta arriba y en el primer gran logro del recién estrenado gobierno.

El mensaje dirigido a la Nación fue bueno y hasta emotivo pero desafortunadamente, como estos mensajes suelen serlo, lleno de generalidades. Si nuestros trabajadores, nuestros campesinos y nuestras empresas tienen que competir con el mundo, que lo hagan en condiciones de igualdad… Una condición indispensable para combatir la pobreza y la desigualdad es lograr tasas de crecimiento que nos permitan elevar el ingreso de los mexicanos y, sobre todo, crear los empleos que tanta falta nos hacen… en fin… ese tipo de declaraciones que casi cualquiera puede hacer y casi nadie puede llevar a cabo. También giró instrucciones igualmente vagas a sus gabinetes: instruyo al procurador general de la República y al Gabinete de Seguridad Nacional a que presenten un programa de seguridad para renovar los mecanismos de procuración e impartición de justicia.… instruyo al gabinete social a mantener, perfeccionar e intensificar los programas sociales que han sido eficaces en combatir la pobreza extrema.… por momentos me sonó a ciertos jefes que sueltan instrucciones al por mayor, sin tener la más remota idea de lo que éstas implican (¿a alguien le suena?).

Mencionó algunas cosas un poco más específicas como su propuesta de consolidar la vocación de México como destino turístico y por supuesto, su plan para convertirse en el prometido Presidente del Empleo, a través de una iniciativa de exención de impuestos a las empresas que apoyen la causa. Sin embargo, al instruir a su gabinete económico a incorporar dentro del paquete presupuestal que será entregado la próxima semana el sustento del Programa de Primer Empleo, dejó la duda en el aire de si acaso tiene idea de las implicaciones del mencionado plan.

Por si fuera poco, si algo aprendimos los mexicanos en los últimos 6 años, es que de nada sirven las buenas ideas y los buenos proyectos, si no se consigue pasarlos por un Congreso dividido. Con el estado de parálisis que se vive hoy en día entre los partidos, la situación se antoja francamente cuesta arriba.

Al final, el Presidente decidió que esperar hasta el 15 de septiembre era demasiado y se aventó 3 Viva México al terminar su discurso. No voy a negar que me emocioné al escucharlo y que si hubiera estado en el Auditorio Nacional, seguramente me hubiera desgarrado la garganta coreando el nombre del nuevo Presidente. Tampoco voy a negar que en el fondo, tengo la confianza y la convicción de que Felipe en realidad sabe cómo cumplir todo lo que prometió en su campaña… simplemente es algo que no puede explicarse en un mensaje de media hora. Quizá son los genes panistas que no me permiten aceptar que México camina cuesta arriba… o quizá soy parte de esa breve luna de miel en la que los mexicanos siempre pensamos que “este sí es el bueno”…o quizá Calderón me ha convencido de que es capaz de guiar al país en este complicado tránsito. Después de todo, lo poco que los mexicanos sabemos de Felipe, es que sacó adelante una pre-campaña cuesta arriba, con un toda la cargada presidencial en contra y que posteriormente, saco adelante una campaña, también cuesta arriba, cuando nadie daba un quinto por su candidatura.

Por lo pronto, ya logró sacar adelante -cuesta arriba- el primer día de su gestión… ya nada más le faltan 2,190 días.

Y Vicente?

Vicente fue Vicente hasta el final, y sorprendió a todo el mundo al enfilarse al Congreso de la Unión, enfundado en la Banda Presidencial. También fue capaz de controlar su metro cuadrado y con el gesto entre relajado, aburrido y displicente que lo caracterizó en sus últimos días, se paró a lado de Calderón e hizo entrega de la banda tricolor como se debe. Cuando lo vi salir del hotel rumbo a San Lázaro, pensé… ahí va este pinche terco a empeorar las cosas. Al final, me dio gusto que lo hiciera. Creo que si no hubiese asistido, habría sido un final profundamente injusto para un hombre cuyo mayor error (a parte de casarse con Martita) fue generar expectativas que nadie hubiese sido capaz de satisfacer. Al final, a Fox se le fue la energía y con ella a los foxistas se nos fueron las ganas de defender lo que ya de plano era indefendible. Aún así, no puedo evitar sentir simpatía por ese personaje de la historia de nuestro país. Quizá ser un verdadero foxista es igual que ser un Rey de Narnia (once a king...)

Saturday, November 25, 2006

Sonidero nacional


Para que regreses… para que te quedes conmigo… que no te encuentres quien te pueda amar, por eso lo digo…

Un New Yorker (o un cougar?) rojo bastante jodido con un rosario de madera colgado del retrovisor y una Virgen de Guadalupe en el vidrio. Una frontera... un muro adornado con sus respectivas cruces… una población fronteriza sepia y llena de polvo.

y desde Monterrey una cumbia colombiana para todo el mundo… sonidero nacional tarareando el compás, salido del barrio ballenato free style…

La típica boda de rancho. Todo el pueblo ha sido convidado a la fiesta y al banquete… arroz, mole y varias gallinas apenas degolladas. Un cholo vestido de traje desposando a la flor más bella del ejido. Una orgullosa madre que encuentra la forma de re-estrenar ese vestido que la ha acompañado en infinidad de bodas, aun cuando hayan pasado muchos años y muchos kilos.

Que toque el del acordeón y que empiece el pachangón, que no paren los tambores y que bailen los señores…

Y el baile… como sólo los mexicanos saben hacerlo: con una mezcla de sabor, diversión y torpeza alcohólica.

Tú me acostumbraste a todas esas cosas y tú me enseñaste... que son maravillosas. Sutil, llegaste a mí como la tentación, llenando de ansiedad, mi corazón…

No pueden faltar las tradiciones. Un novia que muerde el pastel (en México no hay pastel sin mordida), un novio que vuela por los aires y que se lleva una buena lana en billetes pegados al cuerpo. Y por supuesto, un borracho lanzando balas perdidas a Dios sabe dónde.


Hay partes de la película que realmente capturan el sabor de México. No se si el director haya logrado capturar el sabor de Japón y Marruecos pero estoy seguro que con México lo logró... hay partes que saben y saben mucho a México.

Sunday, November 12, 2006

Amigovi@s


Todo mundo sabe lo que es un “amigovio”… o al menos, todo mundo es capaz de imaginar el significado del término la primera vez que lo escucha. Hace un par de días, alguien me dijo que el concepto de amigo-novio es símbolo de la cultura pos-moderna que vivimos, en la que las relaciones tradicionales de noviazgo son cada vez menos populares entre los jóvenes. El comentario provino de una amiga semi-intelectual, seguramente influenciada por alguna novela de Douglas Coupland. La verdad es que mi amiga es bastante culta e inteligente pero en esta ocasión su comentario, aunque acertado bajo cierta perspectiva, es bastante pendejo desde otra: seguramente los amigos-novios son tan viejos como la humanidad misma. Es más, estoy seguro que mucho antes que se inventaran los noviazgos y los matrimonios, las relaciones tipo amigo-novio fueron las primeras expresiones de convivencia romántico/sexual entre hombres y mujeres.

Con el afán de enriquecer mis conocimientos respecto a las cosas importantes del mundo, busqué la palabra “amigovio” en Google. La palabra en sí, es relativamente nueva para mí, por lo que pensé que la búsqueda no iba a generar resultados y tendría que buscar algo como fuck buddy… pero sorpresa: 10,100 hits. Hay de todo, definiciones, reglas, relatos, foros de discusión y hasta un espacio especial para “ex-amig@vios dolidos”

Hay un sitio que relaciona el término con los signos zodiacales:

Mejor amigo: Libra

Mejor empleado: Acuario

Mejor socio: Libra

Mejora amante: Leo

Mejor amigovio: Géminis

etc

Yo soy Acuario y me tocó lo más pinche: ¿mejor empleado? … no mames.

Todos los sitios coinciden más o menos en la siguiente definición:

“Relación amistosa que traspasa los límites de lo fraternal y termina en la cama”

Las reglas también son más o menos las mismas:

1. Establecer un acuerdo. Que los dos estén convencidos que sólo tendrán relaciones sexuales cuando los dos tengan esa necesidad y sus agendas lo permitan. La comunicación queda restringida para ponerse de acuerdo en dónde y a qué hora.

2. Ni amor ni celos. Evita el lado peligroso, porque luego los amigovios terminan enamorándose y puede llegar a ser incómodo para ti decirle que ya no deseas más encuentros.

3. Cada quien lo suyo. Cualquiera de los dos, obviamente, tiene derechos y obligaciones, que empiezan y terminan en el colchón del cuarto del motel o del lugar en donde se vaya a dar el encuentro pasional.

Yo tiendo a pensar en el concepto como algo un poco más sentimental. Por alguna razón el término me inspira una relación un poco más inocente en la que el componente de amistad pesa más o menos un 75%. Me imagino más bien un par de buenos amigos que se la pasan bien juntos y que de vez en cuando, sin planearlo ni tener que hablar al respecto, terminan besuqueándose al final de una buena borrachera.

En teoría, estas relaciones deben basarse en la simplicidad aunque la experiencia indica que a veces tienden a complicarse, principalmente por el lado de las mujeres (basta recordar a Cameron Diaz en Vanilla Sky).

Personalmente, aun tengo fe en la subsistencia de los tradicionales noviazgos formales. Incluso tiendo a creer en el amor eterno, seguramente influenciado por el ejemplo de mis padres que aparentemente siguen siendo bastante felices después de un buen de años. Yo mismo, aposté todo por el amor eterno y hasta hace unas semanas, era un hombre comprometido y apunto de casarme. No obstante, presumo de tener un criterio bastante amplio por lo que si una chica linda (de preferencia Géminis) quiere sonsacarme a probar la pos-modernidad de las relaciones, solo tiene que dejar un comment con su teléfono.

Thursday, September 14, 2006

Vacaciones Románticas

Un buen día, tras varios largos meses, las vacaciones están a la vuelta de la esquina. Sientes que nunca antes habías tenido una vacaciones tan merecidas y necesarias como estás. Al principio se te ocurren algunas opciones fresas acorde a tu nueva condición de juppie: Vegas, Orlando, New York. Finalmente, tu lado romántico se impone y decides aprovechar el descanso para conocer un poco más de tu país… piensas en todas las veces que has conocido extranjeros estudiando en Monterrey y les has recomendado visitar el sur de México cuando en realidad apenas has pasado unas cuantas veces por ahí en la típicas vacaciones a Cancún. Chiapas es el destino ganador (Oaxaca perdió por default).


Un vuelo a Tuxtla, un taxi a San Cristóbal y ahí estás. Aunque traes un mood bastante romántico, tu lado juppie te traiciona y lo primero que se te ocurre es preguntar en el lobby del hotel qué lugares debes visitar. Inmediatamente arreglas un tour al Cañón de Sumidero. El tour termina por sacar tu lado romántico: te maravillas ante el magnífico desplante de la naturaleza y te indignas al ver una parte del río Grijalva llena de basura. El lanchero explica que en época de lluvias, la basura de las calles de Tuxtla va a dar el cañón pero que el gobierno hace lo que puede para mantenerlo limpio… la explicación no te convence… tal vez hubiera funcionado en condiciones normales pero convencer a tu yo-romántico requiere más que eso. En fin… tomas decenas de fotos a cada cocodrilo, garza o pelícano que aparece en el camino y quedas contento. A final del tour, tu lado romántico te obliga a socializar con los turistas que tomaron el mismo tour. Tras conversar un rato, te causa cierta simpatía el darte cuenta que todos tus acompañantes pagaron un precio distinto por el mismo tour… México es México de norte a sur después de todo. La simpatía se desvanece un poco al comprobar el premio al turista más pendejo que pagó más por el tour te lo llevaste justamente tú. Un uruguayo bien intencionado, que según dice lleva viajando casi dos años, te da instrucciones precisas para adquirir los mejores tours al mejor precio. Agradeces las recomendaciones aunque no puedes evitar sentirte un poco incómodo… un pinche uruguayo viene a enseñarte como recorrer tu propio país.

Regresas a San Cristóbal; pasas antes por un pueblillo equis sin algo que valga la pena ver, pero es parte del tour que ya pagaste (y vaya que lo pagaste). En San Cristóbal, dejas tu orgullo a un lado y te dispones a seguir las recomendaciones del uruguayo. Pero antes de eso, de casualidad conoces a un guey que te ofrece un tour de varios días por toda la ruta maya. El tipo quiere cobrar una buena lana. Este pendejo me vio cara de juppie pero ni madres… no me la vuelven a hacer, piensas. Sin embargo, el tipo trata de convencerte apelando a tu mood romático… te ofrece un recorrido bastante hippie con sus respectivas estancias en medio de la selva lacandona… mucho más apropiado que hotel fresa que escogiste en San Cristobal. Dejas por un momento tu lado romántico; dejas también tu lado juppie y sacas tu empolvado lado chilango… regateas como un profesional y al final te embarcas con el susodicho guía. Estas orgulloso de ti mismo; comunicas en la recepción del hotel que ésta será tu última noche y mandas al demonio al guey que te armó el tour al cañón y que quiere sacarte los ojos con una visita a Palenque… encontré una mejor opción, le sueltas.

A otro día, empiezas el recorrido. Inicias en las cascadas de Agua Azul. Tomas miles de fotos y aunque el agua está fría como el demonio, tu lado romántico te obliga a darte un baño en las cascadas. Observas que la razón de turistas extranjeros a paisanos es como de 3 a 1. Uno de esos extranjeros, una chica muy guapa, decide al igual que tú, tomar un baño en las cascadas. El hecho de que vayas acompañado no te impide ver, de reojo, que la chica en cuestión súbitamente se desprende de toda su ropa para acomodarse lentamente su traje de baño ante tus inocentes ojos y los de todos los turistas alrededor. Tu mood romántico está hasta el tope: no ves a la chica como normalmente lo hubieras hecho sino como una magnifica manifestación de la naturaleza, igual que la cascada de agua azul. Al final la chica repite el ritual para acomodarse su indumentaria original pero en esta ocasión prestas más atención a la belleza de la cascada… definitivamente traes puesto el traje del romanticismo.

Te sigues derecho a Palenque, en el camino conoces un lugar que se llama Agua Clara que es bonito pero no logra impresionarte… tu lado romántico comienza a volverse exigente. Llegas a Palenque, escalas hasta la última pirámide y repites el ritual de las miles de fotos. El lugar es impresionante pero nuevamente quedas un poco insatisfecho… quizá te haya decepcionado el enterarte que el atractivo principal, la tumba del Dios Pacal, el famoso Astronauta de Palenque, está cerrada desde hace más de 10 años. El guía te explica que es por motivos de conservación. Te preguntas para qué carajos se conserva algo que de todos modos la gente no puede ver… al menos la gente normal como tú. En fin… te conformas comprado un grabado con la réplica de la famosa tumba. Otra vez a la carretera, te sientes un poco cansado e incómodo por el hecho no haber conseguido maravillarte en Palenque como lo esperabas… crees que se debe a que el guía a pasado horas hablándote de Bonampak y Yaxchilán… te ha dicho que Palenque es un destino deplorablemente comercial, nada comparado con las visitas restantes, donde pocos turistas llegan y donde puedes convivir con la naturaleza en un estado casi virgen. Eso es… el guía te predispuso y te convenció de que Palenque es un lugar poco apropiado para gente romántica como tú.

Comienzas a disfrutar la carretera. Tu lado romántico resucita con toda su fuerza y te embelesas viendo a las mujeres indígenas lavar su ropa en los pequeños ríos. Pasas por pequeñas comunidades y te das unas ganas inmensas de cambiar el itinerario y bajar a conocer un poco de la vida en esas comunidades. Ves a mucha gente caminando por carretera, la mayoría van cargando algo: costales con fruta, madera o grandes recipientes de barro. El guía te explica que los recipientes de barro contienen agua… agua que las mujeres obtienen de los ríos y acarrean sobre sus cabezas a lo largo de kilómetros… das un trago a tu agua Ciel - finamente gasificada - y te embarga un sentimiento que eres incapaz de definir… algo seguramente relacionado con tu mood romántico de estas vacaciones.

Llegas finalmente a Bonampak. Tu lado romántico es puesto a prueba con una cabaña llena de bichos… ¿qué esperabas? te dice el guía… estamos en medio la selva. Durante la cena, buscas desesperadamente platicar con el dueño de las cabañas, un lacandón que según tu guía es una especie de Miyagi de la selva. Finalmente consigues que se siente junto a ti. Platicas hasta la madrugada con Miyagi, te relata muchas anécdotas de la selva como las que cuenta Luis Sepúlveda en uno de sus libros: historias de inocentes turistas acompañados de Miyagis en travesías por la selva lacandona. En las narraciones, los animales de la selva siempre juegan un rol importante: tigrillos, tapires, cocodrilos, monos, aves e insectos. Hay un personaje de la selva recurrente en la mayoría de las narraciones, el protagonista de las aventuras más emocionantes, el jaguar. Las historias hacen que aflore como nunca tu lado romántico y aventurero… súbitamente propones a los comensales: vamos a buscar un pinche jaguar! Miyagi accede inmediatamente, al parecer les has caído bien, tu novia te mira con cara de estás loco pero la convences en dos minutos… no es que tus argumentos sean muy convincentes, mas bien, el romanticismo se ha apoderado de ella. Sale un pequeño grupo a la conquista de la selva; caminan durante horas y logras ver varios animales pero nunca consigues ver al jaguar. Miyagi explica que se requiere un golpe de suerte para verlo, a pesar de que hay muchos jaguares en la selva, rara vez se dejan encontrar. En esta ocasión, nada opaca tu capacidad de maravillarte: la selva de noche, los ruidos, la tormenta que no alcanza a traspasar completamente la vegetación… es sin lugar a dudas el climax del recorrido. Regresas a la cabaña llena de bichos pero antes, cumples el ritual que todo citadino debe hacer cuando sale de la ciudad: te quedas un rato a contemplar las estrellas. Ya en la cabaña, te maravillas por el hecho de estar completamente aislado, te han explicado que no hay un teléfono en kilómetros a la redonda y te gusta el hecho de que no haya ni radio ni tele ni nada. Al otro día recorres la nuevamente la selva y te trasladas a las ruinas de Bonampak. El recorrido es extraordinario pero nuevamente te quedas a la mitad en el proceso de estupefacción… la selva de día no se compara con la selva de noche. En un desplante de romanticismo, recuerdas aquella frase de Luis Sepúlveda: “en el día, es el hombre y la selva; en la noche, el hombre es selva”. Cumples el ritual de las fotos y de escalar todas las pirámides.

Otro día, un rato de carretera y un recorrido de una hora en lancha por el río Usumacinta. El lanchero te dice que a la izquierda está México y a la derecha está Guatemala… te vale madres el comentario… lo que importa es que de ambos lados hay una selva impactante que parece desbordarse y quererse tragar hasta el río. Llegas por fin a Yaxchilán, el guía te ha prometido que esta es la mejor parte del recorrido. Aunque Miyagi te explicó que los jaguares jamás salen de día, durante el recorrido no pierdes la esperanza de toparte con uno. Súbitamente algo hace que te olvides del jaguar: un fuerte aullido-gemido que parece provenir de unos cuantos metros adelante. El guía te explica que es un simio "de los grandes". Después del miedo inicial, te lanzas a la búsqueda del simio… si no veo al jaguar cuando menos a este sí lo veo, piensas. Sigues lo sonidos durante un tiempo que parecen horas, el rugido es tan fuerte y tan distinto a cualquier cosa que hayas escuchado, que por un momento sientes que tu novia y tú son Ana Lucía y Mr. Eko perseguidos por la bestia… te sacudes el pensamiento… una serie gringa por buena que sea, no es el recuerdo adecuado para el momento. Al final no consigues llegar al simio, te conformas con fotografiar un simpático tapir, algunos monos pequeños, tucanes y una que otra araña. Durante el recorrido en ocasiones te lamentas por no haber comprado un repelente… los piquetes de mosquito se están volviendo insoportables… se te ocurre una idea: en la mochila traes cigarros! Seguro el humo conseguirá ahuyentarlos… sacas la cajetilla pero tu lado romántico te impide prender un cigarro… no estaría en armonía con la naturaleza… además ¿qué harías con la colilla? son miles de hectáreas de selva pero no te atreverías a agraviar una pequeña parte con tu basura… decides aguantar a los mosquitos.

Nuevamente la cabaña, nuevamente la cena aunque ahora sin Miyagi. Se ha ido a una comunidad vecina a no se qué… no te atreves a aventurarte a la selva de noche sin él. Otro día, más carretera… en esta ocasión te duermes un buen rato… has emprendido el camino de regreso y al parecer el romanticismo ha empezado a desaparecer. Llegas a las famosas Lagunas de Montebello. Bonitas pero nada tan extraordinario como la selva, recuerdas la aventura de Bonampak y te lamentas de no haber podido repetir la hazaña nocturna. Te quedas en un hotel a orillas de lago Tziscao… es mejor que la cabaña… al fin un baño con agua caliente aunque tanta comodidad te molesta un poco… terminará por espantar el romanticismo. Desayunas en el hotel, hay una tele encendida, escuchas de fondo a Carlos Loret diciendo algo del sexto informe de Vicente Fox… en otra ocasión te hubiera interesado… en esta ocasión te incomoda un poco… la tele, el noticiero, definitivamente van a terminar con lo queda del romanticismo.

Terminas de recorrer los lagos y regresas a Tuxtla, un avión a Toluca, otro a Monterrey, fin de las vacaciones. Llegas a tu casa, enciendes la tele y lo primero que ves es Wild On. Mujeres echando desmadre en un antro en quien sabe donde… en esta ocasión no las ves como manifestaciones perfectas de la naturaleza… el romanticismo se ha ido. Empiezas a desempacar y te encuentras con el grabado del Dios Pacal que compraste en Palenque; te preguntas para qué gastaste 200 pesos y qué vas a hacer ahora con esa chingadera… sí… el romanticismo definitivamente se ha ido.