Friday, December 01, 2006

Cuesta Arriba


Seguramente el Presidente respiró aliviado. Entraba a un ambiente completamente controlado, después de haber pasado por un Congreso en el que a duras penas logró controlar, por sólo cuatro minutos, el metro cuadrado donde se paró a rendir protesta.

El flamante Presidente repartió saludos y abrazos, entre una audiencia cuidadosamente seleccionada, que aparentaba amalgamar los distintos sectores de la sociedad mexicana, pero que en realidad sólo representaba al sector más calderonista del país.

Aún en este ambiente controlado, las reacciones de la misma audiencia delataron la realidad más allá del Auditorio Nacional: la de un Presidente que inicia su gestión con un panorama cuesta arriba, por decir lo menos. La primer y más fuerte ovación que arrancó el Presidente con su discurso, fue precisamente al mencionar la toma de protesta ante el Congreso… lo que debió haber sido un mero trámite tras haber ganado la elección, se convirtió en una tarea cuesta arriba y en el primer gran logro del recién estrenado gobierno.

El mensaje dirigido a la Nación fue bueno y hasta emotivo pero desafortunadamente, como estos mensajes suelen serlo, lleno de generalidades. Si nuestros trabajadores, nuestros campesinos y nuestras empresas tienen que competir con el mundo, que lo hagan en condiciones de igualdad… Una condición indispensable para combatir la pobreza y la desigualdad es lograr tasas de crecimiento que nos permitan elevar el ingreso de los mexicanos y, sobre todo, crear los empleos que tanta falta nos hacen… en fin… ese tipo de declaraciones que casi cualquiera puede hacer y casi nadie puede llevar a cabo. También giró instrucciones igualmente vagas a sus gabinetes: instruyo al procurador general de la República y al Gabinete de Seguridad Nacional a que presenten un programa de seguridad para renovar los mecanismos de procuración e impartición de justicia.… instruyo al gabinete social a mantener, perfeccionar e intensificar los programas sociales que han sido eficaces en combatir la pobreza extrema.… por momentos me sonó a ciertos jefes que sueltan instrucciones al por mayor, sin tener la más remota idea de lo que éstas implican (¿a alguien le suena?).

Mencionó algunas cosas un poco más específicas como su propuesta de consolidar la vocación de México como destino turístico y por supuesto, su plan para convertirse en el prometido Presidente del Empleo, a través de una iniciativa de exención de impuestos a las empresas que apoyen la causa. Sin embargo, al instruir a su gabinete económico a incorporar dentro del paquete presupuestal que será entregado la próxima semana el sustento del Programa de Primer Empleo, dejó la duda en el aire de si acaso tiene idea de las implicaciones del mencionado plan.

Por si fuera poco, si algo aprendimos los mexicanos en los últimos 6 años, es que de nada sirven las buenas ideas y los buenos proyectos, si no se consigue pasarlos por un Congreso dividido. Con el estado de parálisis que se vive hoy en día entre los partidos, la situación se antoja francamente cuesta arriba.

Al final, el Presidente decidió que esperar hasta el 15 de septiembre era demasiado y se aventó 3 Viva México al terminar su discurso. No voy a negar que me emocioné al escucharlo y que si hubiera estado en el Auditorio Nacional, seguramente me hubiera desgarrado la garganta coreando el nombre del nuevo Presidente. Tampoco voy a negar que en el fondo, tengo la confianza y la convicción de que Felipe en realidad sabe cómo cumplir todo lo que prometió en su campaña… simplemente es algo que no puede explicarse en un mensaje de media hora. Quizá son los genes panistas que no me permiten aceptar que México camina cuesta arriba… o quizá soy parte de esa breve luna de miel en la que los mexicanos siempre pensamos que “este sí es el bueno”…o quizá Calderón me ha convencido de que es capaz de guiar al país en este complicado tránsito. Después de todo, lo poco que los mexicanos sabemos de Felipe, es que sacó adelante una pre-campaña cuesta arriba, con un toda la cargada presidencial en contra y que posteriormente, saco adelante una campaña, también cuesta arriba, cuando nadie daba un quinto por su candidatura.

Por lo pronto, ya logró sacar adelante -cuesta arriba- el primer día de su gestión… ya nada más le faltan 2,190 días.

Y Vicente?

Vicente fue Vicente hasta el final, y sorprendió a todo el mundo al enfilarse al Congreso de la Unión, enfundado en la Banda Presidencial. También fue capaz de controlar su metro cuadrado y con el gesto entre relajado, aburrido y displicente que lo caracterizó en sus últimos días, se paró a lado de Calderón e hizo entrega de la banda tricolor como se debe. Cuando lo vi salir del hotel rumbo a San Lázaro, pensé… ahí va este pinche terco a empeorar las cosas. Al final, me dio gusto que lo hiciera. Creo que si no hubiese asistido, habría sido un final profundamente injusto para un hombre cuyo mayor error (a parte de casarse con Martita) fue generar expectativas que nadie hubiese sido capaz de satisfacer. Al final, a Fox se le fue la energía y con ella a los foxistas se nos fueron las ganas de defender lo que ya de plano era indefendible. Aún así, no puedo evitar sentir simpatía por ese personaje de la historia de nuestro país. Quizá ser un verdadero foxista es igual que ser un Rey de Narnia (once a king...)